Nuestra primera vez fue en un sitio público,
de parados,
un domingo crepúsculo a las siete,
vacío balance del terror.
Participabas,
búsqueda del tesoro en la mesa de
saldos.
Te abrí.
Me abriste.
Me tuviste entre comas,
entre signos de admiración, me tuviste.
Algo encendió un destello
y sostuve el goce en cinco sílabas.
Al principio,
la palabra "empozara" me desnudó la
duda,
el pretérito imperfecto del presente.
Dolió
estuve viva
me puse voraz,
me penetraron tus crepitaciones,
tus Cristos del alma, tus golpes sangrientos.
Llegaste,
sacaste de mí,
la palabra que estaba más adentro,
fuiste mi heraldo blanco.
¿Gracias dije?
¿Lo amo dije?
Miré la noche como si fuera eterna.
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