martes, 30 de septiembre de 2025

No te acerques tanto al deseo

Reseña de "No te acerques tanto al borde" de Lucrecia Labarthe por Daniel Delfino



El deseo es la dínamo que mueve estos cuentos. El deseo frente a cualquier obstáculo que se le interponga, el deseo sin objeto que urde silenciosamente sus mecanismos invisibles, el deseo del otro que coacciona bajo su influjo, el deseo que se abruma en la soledad y busca desesperadamente la compañía de otros. A estos fines, los narradores de estos cuentos no vacilan, son aliados incondicionales que empujan ese anhelo vehemente hacia la concreción o hacia el desastre.

Porque el deseo también conserva su potencia cuando se deshilacha, cuando falla y se descompone y sus fuerzas fermentadas recrudecen en voz baja. En «Nido» los pájaros sobrevuelan el hogar destruido por la tormenta y abandonan su cría muerta sin pena ni tristeza, mientras que los humanos quedan atrapados en los cortocircuitos de la destrucción que picanea a seguir el absurdo hasta el grotesco. Porque como dice en «Los que se van»: El mundo ha explotado a su alrededor. Se ha desarmado y se ha vuelto a armar de otra manera. Esta nueva forma está hecha solamente de dolor.

Porque el deseo está cercado por el dolor, es una pulsión inconsciente que busca la satisfacción de un objeto perdido, un “algo más” inalcanzable. ¿Qué buscan estos personajes siguiendo los impulsos incontrolables? Como decía la canción “solo se trata de vivir” y creer que se alcanza lo inalcanzable es tan solo un oropel, una nueva inquietud que renueva el proceso de angustia y ansiedad a pesar del desgaste que conlleva cada nuevo intento.

No te acerques tanto al borde reúne doce cuentos contundentes y arteros, balas en el cerebro que no se demoran en descripciones intrascendentes. Desde la primera palabra tienen como único objetivo cerrar la historia. No dejan filtraciones ni posibilidad de interpretaciones trasnochadas, pero abren el sentido de una manera mucho más sutil y terrorífica, que permanece como una resonancia pegajosa en el lector, una molestia existencial que descoloca, que nos acerca temerariamente al borde del instinto en estado puro, a la olorosa verdad tocada en vivo como nos advierte el epígrafe de César Vallejo. La interpretación insoslayable de nuestras propias miserias.

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